Coaching Ontológico: ¿Cómo observamos el mundo?
Desde el momento en que nacemos, nuestros padres nos enseñan, a comer, a caminar, a hablar, aprendemos el nombre de las cosas que nos rodean, a jugar con otros niños, asimilamos las costumbres de la familia, a cruzar la calle, a cuidarnos, a ser ordenados. En la escuela, conocemos la historia del mundo y del país que habitamos, aprendemos matemáticas, completamos la forma de utilizar el lenguaje, leemos muchos libros de distintos temas que nos aportan aprendizajes. En los grupos de amigos, alternamos pensamientos propios con los de otros, comparamos ideas, escuchamos música de intérpretes argentinos y del mundo.
¿Es lo mismo observar el mundo, interpretar el mundo y ver el mundo?
Claro que no, veamos cuál es la diferencia.
Vamos a un ejemplo, voy caminando por la calle, veo una persona rengueando, ¿Sabemos por qué lo hace? Yo puedo pensar - se dobló un tobillo, mi amigo dice - tiene una piedrita en la zapatilla, otra persona dice – tiene artrosis, alguien más dice - caminó mucho y está cansado.
¿Quién tiene la razón? Tal vez alguno u tal vez ninguno, no lo sabemos hasta que le preguntamos por qué renguea. Todos imaginamos una posibilidad, cada una cierta y tomada de alguna experiencia anterior que atravesamos o vimos en el entorno cercano, o sea que la diferencia al observar se debe a nuestro sistema de creencia, a aquello que aprendimos a lo largo de la vida.
Entonces una cosa es ver, todos vemos lo mismo, la persona que no camina bien o como nosotros consideramos que sería bien. Y algo diferente es lo que interpretamos, lo que pensamos que le pasa a la persona.
Para formar el pensamiento, se produce una interacción de distintas ideas que nos llevan a armar la observación.
¿Cómo sería?
Para armar la observación, hay un proceso que se produce.
Ver o mirar a través del sentido de la vista, agregar una interpretación de acuerdo a lo que conocemos para formar la observación.
Alguien que nunca vio una persona con artrosis, no podría imaginar la enfermedad. El que nunca tuvo una piedra en el zapato, tampoco sabría cómo es. El que solo camina poco, no podría decir qué se siente después de recorrer largas distancias.
El proceso sería:
VER + INTERPRETAR=OBSERVAR
De esto se desprende el concepto que todos somos observadores distintos, todos válidos, todos con su razón, hasta el momento de chequear la situación y preguntar a la persona cual es el motivo de su forma de caminar.
Como en este simple ejemplo, nos pasa en distintos ámbitos de la vida donde todos queremos tener razón sin entender que cada uno tiene su motivo para pensar diferente.
¿Cómo resolvemos esto para que mi opinión no afecte a otras personas?
Entender que todos somos diferentes con pensamientos totalmente válidos.
¿A qué conclusión llegamos?
- Tenemos derecho a pensar distinto.
- Debemos respetar las opiniones de los demás.
- Es posible cambiar la opinión sin ser reprendido.
- En cada pensamiento hay buena intención.
- No pensemos que el otro es el culpable en una discusión.
- Aceptemos con amorosidad las diferencias.
- "Mi opinión es solo una de las respuestas válidas".
El respeto es el pilar fundamental de un buen observador.
¿Vos qué pensás?
Si necesitás alguien que te acompañe a ver otras posibilidades, te invito a que hagas una sesión de coaching, recuerda que los coaches ontológicos estamos a tu disposición para hacerte preguntas que te hagan pensar, te ayuden a encontrar distintos caminos y puedas elegir entre uno de ellos.
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