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¿Por qué?

El 70% de los argentinos quiere renunciar a su trabajo

Los datos fueron arrojados este año a partir del estudio "Líderes o jefes".

El 70% de los argentinos ha pensado en renunciar a su trabajo por tener una mala relación con sus jefes, según un informe de Bumeran. Cada vez los empleados priorizan más su salud mental y se alejan de ambientes tóxicos. No obstante, la inestable situación económica del país, sumado a la incertidumbre que trae consigo, se presenta como una problemática que impide esto y coopera para que aparezca la famosa "renuncia silenciosa".

Los datos fueron arrojados este año a partir del estudio "Líderes o jefes". Lo curioso del mismo es que, además, si se lo compara con las cifras conseguidas en 2022 se puede ver que incrementó la cantidad de trabajadores que se replantean su continuidad en el puesto debido a sus superiores: el 52% de los encuestados había pasado por esto hace 2 años atrás, es decir, hubo un incremento de 18 puntos porcentuales. 

El papel de los jefes tóxicos

Rocío (así la llamaremos para preservar su identidad) se levanta todas las mañanas a las 6:30 am, se prepara el café con dos tostadas, elige un saco, camisa y pantalón, y se dirige al estudio jurídico en el que trabaja hace más de 1 año. La abogacía es su pasión, lo descubrió desde que ingresó al CBC. Especializada en el derecho laboral, y habiéndose recibido con honores de la UBA, elige su profesión día y noche; pero hay algo que, camino a la oficina, le aplasta el pecho de la ansiedad: saber que verá a su jefe. 

"Está muy lejos de ser un líder", comentó, y luego sumó: "Si se levanta con el pie izquierdo, cae malhumorado y la ligamos todos, nos insulta, menosprecia. Te marca los errores pero nunca te felicita si resolviste algo. Se aprovecha de su situación de poder. Me he llegado a replantear la carrera entera". Este es su segundo empleo. Conseguirlo la llenó de felicidad en su momento por haber sido un salto en su profesión, pero ahora dedica sus fines de semana a enviar su CV a otros lugares.

Lo único que le impide irse, eso por lo que posterga su salud mental, es la inestabilidad económica del país. Su sueldo es bueno y le ayuda a llegar cómodamente a fin de mes, algo que otras oportunidades laborales no le ofrecen. A dos de sus compañeros, sin embargo, eso no los detuvo y debido a los malos tratos decidieron presentar la renuncia meses atrás.

Analía Tarasiewicz, psicóloga laboral y directora de Trabaja Mejor Psicología Coaching Consultoría (MN: 57898), habló con MDZ sobre el impacto que los jefes tienen en la vida de un trabajador: "Cualquier movimiento que haga nuestro líder siempre va a tener impacto. Si es un impacto positivo nos va a llevar al desarrollo, motivación, innovación, crecimiento y a la conexión con el propósito con nuestra vocación".

"Si es negativo puede desequilibrarnos las emociones. Que el trabajo se convierta en un espacio amenazante para la psiquis de alguien puede, además, despertar otras patologías que ya tenía el empleado de base, y que las empiece a proyectar ahí en ese lugar", aseveró. 

Es decir, cuando surgen estos detractores de la psiquis, como les llama la profesional, el panorama se complica: si una persona tiene tendencias a ser ansiosa, eso se potenciará. Por supuesto que esto no es sólo un problema para el empleado, sino para el empleador y la empresa en sí, ya que este miembro pierde la motivación y el rendimiento.

¿Qué es la renuncia silenciosa?

Analizando el panorama, Tarasiewicz notó que las organizaciones hoy no tienen el rumbo claro en un montón de aspectos: incluyen nuevas generaciones, pero no saben liderarlas; aparecen nuevas tecnologías y no saben cómo aplicarlas. "Ya de por sí el contexto estresa a los dueños, gerentes, líderes, y así mismo hace que la gente se sienta muy presionada, se sienta que no está conectada. Se enoja, se frustra y se desmotiva", comentó.

Es ahí cuando aparece esta necesidad o este deseo de acudir a la renuncia. Entonces, surge el famoso concepto de "renuncia silenciosa" o "quiet quitting" en inglés, el cual comenzó a utilizarse a partir de la pandemia, cuando la salud mental de las personas se puso en jaque y se abrió paso un nuevo estilo de trabajo, que prioriza la flexibilidad (el home office, por ejemplo). Básicamente, la persona deja de creer que el trabajo es su vida y antepone sus deseos.

Cuando alguien sufre de "burnout" o "síndrome del quemado", ese agotamiento emocional que conduce a la disminución del desempeño, aparece esta renuncia silenciosa. La misma refiere a una actitud que adopta un empleado cuando, sin haber dejado su trabajo, pierde la motivación, el compromiso, y se limita a realizar aquellas tareas que son estrictamente necesarias. El famoso "trabajaré conforme a mi sueldo". Y ese eslogan de "ponerse la camiseta de la empresa" pierde peso.

Facundo (a quien llamaremos así para no usar su nombre real), trabaja en Marketing hace varios años. Se recibió de comunicador social, título que le enorgullece llevar consigo, y ejerce una profesión que le apasiona, o le apasionaba, hasta que ingresó a su nuevo trabajo. Y es que cada jornada laboral es un desgaste emocional muy grande, debido al trato de su jefa. 

"Los primeros meses con mi jefa fueron normales, cordiales, pero poco a poco el maltrato comenzó a aparecer. Ahora ya es moneda corriente. Genera que no quiera preguntarle nada, que me dé ansiedad cuando tengo calls con ella, o cuando nos vemos en la oficina. No renuncio porque el trabajo me gusta, estoy contento, y me sirve, pero es insufrible el trato y me lo replanteo cada tanto", así lo relató.

Las características de un jefe tóxico

"Hay distintas formas de toxicidad y mucha gente que no sabe ser líder -comenzó explicando Tarasiewicz-. Un liderazgo tóxico se puede ver en aquel que no da feedback, que no te escucha, que se pone más inseguro y toma un rol de estar siempre controlando, el famoso "sopla nuca" que está atrás de uno queriendo controlar todo". 

Mariana (no es su nombre real tampoco), se recibió como periodista y ya ha pasado por varios medios de comunicación. A cada rol ha sabido disfrutarlo y aprender de él, pero hubo un diario por el cual pasó hace años atrás donde no todo fue color de rosas. 

"Con mi jefe anterior yo sabía que había mucha diferencia con respecto a mis compañeros, él hacía mucha diferencia, se notaba. No me sentía parte del grupo. Si bien, lógico, tenía otro puesto y era superior (ella como redactora y él como editor en jefe), sentía que no era un líder", señaló la muchacha de 27 años. 

De la mano con esto, contó: "Sentía que no me escuchaba cuando yo le planteaba algo que me preocupaba, y quizás eran temas para mejorar el medio. Pensé durante mucho tiempo en renunciar, pero no lo hacía por los beneficios que me daba la empresa. Al final no me renovaron el contrato y, la verdad, me hicieron un favor. En mi trabajo actual noto que mi jefe es uno más de nosotros; no deja de ser un jefe, pero también se preocupa, nos habla, pregunta e interviene". 

También hay quienes presentan características psicopáticas: aquellos que parecen que disfrutaran del dolor de uno, critican que instan al trabajador hasta el lugar más terrible, donde se sienten menospreciados y hostigados, y se aprovechan de esa sensación de control ellos. "Vampiros emocionales", los llamó la psicóloga.

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