ADN adulterados, irregularidades judiciales y una lucha por la identidad: la historia de un padre sanjuanino que busca conocer a su hija
El hombre lleva cuatro años batallando para que la Justicia local le permita conocer a la niña, después de que la madre adulterara tres pruebas de ADN para impedir que se reconozca su paternidad. Un caso insólito que se convirtió en ejemplo de negligencias judiciales.
Guillermo Arbó, un taxista de San Juan, lleva cuatro años esperando para conocer a su hija. En 2020 se enteró que la mujer con la que había mantenido una relación extra matrimonial estaba embarazada y, desde ese momento, comenzó una batalla judicial para que la justicia reconozca su paternidad. Sin embargo, pese a obtener una sentencia favorable, las autoridades demoran la vinculación con la menor, negándole la posibilidad de, al menos, abrazar a su pequeña.
"Desde el primer día sentí que era mi hija", cuenta Guillermo, emocionado, a Del Sur Diario. Y fue esa sensación la que lo motivó a enviar una carta documento a R.A.R., la madre de la niña, solicitando una prueba de ADN, incluso a riesgo de tener que costear un largo proceso judicial donde existía la posibilidad de que, al final, se comprobara que él no era el padre. No obstante, la causa fue llevada al 1° Juzgado de Familia de la provincia, quienes dieron lugar al pedido y ordenaron la realización del estudio.
Sin embargo, las primeras pruebas fueron adulteradas: no solamente resultaron negativas, sino que, además, indicaban que pertenecían a un menor de sexo masculino. La mujer había entregado las muestras de otro niño.
Después de meses de espera, un segundo ADN también resultó fallido, ya que las muestras fueron contaminadas con pegamento y saliva de un tercero, provocando que el material genético de la nena no coincida ni siquiera con el de la madre. Fue entonces cuando la jueza a cargo de la investigación ordenó que se llevara a cabo una tercera prueba, esta vez, en el Laboratorio Forense del Poder Judicial de San Juan, bajo estricta supervisión.
En esa oportunidad, los especialistas tomaron muestras de la menor, de Arbó y de R.E.B.M. -marido de R.A.R-, quien había asumido la paternidad al momento del nacimiento. El resultado de ese estudio confirmó aquello que Guillermo sospechaba desde el principio: era el padre de la niña.
De esta manera, la Justicia reconoció oficialmente el vínculo biológico entre ambos y fijó el pago de una cuota alimentaria como parte de sus responsabilidades paternales. Sin embargo, aún no estableció los lineamientos legales para que el hombre pueda conocer finalmente a su hija y dar inicio al proceso de vinculación familiar.
"No he visto ni una foto, no sé cómo es su cara ", lamenta Guillermo, quien, hasta el día de la fecha, no mantuvo ningún tipo de contacto con la menor. "Siento que la Justicia se me ríe en la cara porque, por cada papel que me piden, es un mes más que pasa sin que pueda conocerla", afirma.
Las irregularidades que plagaron el camino para conocer la verdad biológica de una niña sanjuanina hicieron que el caso fuera expuesto en un congreso de abogacía como ejemplo de negligencias judiciales. Sobre todo, porque el accionar de la progenitora se enmarca en lo que sería la violación del derecho humano a la identidad de una persona menor de edad, protegido por la Ley de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (Nº 26.061) y por la Convención Interamericana de los Derechos del Niño.
Actualmente, Guillermo sigue esperando que las autoridades judiciales actúen de manera correcta y permitan que pueda, por fin, abrazar a su pequeña. "Lo único que quiero es verla y estar con ella ", afirma.