La Corte dejó a Lijo en el limbo: ¿se va o se queda?
La Corte Suprema le tiró un baldazo de agua fría al juez Ariel Lijo, rechazando su pedido para integrarse al máximo tribunal sin renunciar a su cargo actual. Encima, Milei, que lo había puesto en esa papa, ahora ve su plan hecho un caos.

Bueno, amigos, ¡prepárense! La Corte Suprema de Justicia se puso seria y, con el voto de los retornados Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Manuel García-Mansilla, decidieron que el juez Ariel Lijo no es tan bienvenido como él pensaba.
La decisión, que habla más que un loro, indica que para que Lijo se mude a la Corte Suprema va a tener que dejar su chapa como juez federal. Un verdadero embrollo, che. Ahora está en una encrucijada de aquellas, capaz que le toca dos opciones: seguir en su puesto actual, guardando sus changuitos en el juzgado de Comodoro Py, o decidir jugársela y renunciar para intentar ser el quinto en la mesa -siempre y cuando no le den la espalda en el Senado.
Como si fuera un juego de truco, el presidente Javier Milei lo había puesto ahí por decreto, tirando los dados para que esta locura se complemente con una Corte de cinco mencionados, pero ¡oh sorpresa! El amigo Lijo apenas se flota en el aire hasta noviembre, así que mejor que no se pase de rosca con las decisiones.
Los rumores en el aire son que si se apura, podría volver a lo suyo y se ahorra un buen dolor de cabeza. Aunque, atención: si renuncia, puede que el Senado decida que su nombramiento no vale nada y lo deje con el chasco, ¡vaya panorama!
Así que, como decimos por estos pagos: ¿gato por liebre? Ustedes dirán. El gobierno parece querer completar el rompecabezas y Lijo solo quiere un lugar en la foto. Pero a veces la justicia no juega con las cartas tan claras.