Navegando las Olas del Desarrollo, etapa 25: el regreso
Empecé a escribir en mi anotador, a registrar sensaciones, pensamientos, frases sueltas que antes se me escapaban, ideas para el futuro. Me sentí más presente, y de a poco, comenzamos a compartir la experiencia.
¡Qué noche disfrutamos junto al rio! El anciano que conocimos nos mostró nuestras propias dudas y nos inspiró a buscar las respuestas, el rio nos llenó de nuevas energías, la luna iluminó los pensamientos y nos fuimos distintos.
El amanecer estaba próximo, el cielo comenzó a teñirse de tonos anaranjados, el grupo emprendió el regreso por el mismo camino que los había llevado al río. Pero esta vez, era distinto. O quizás eran ellos quienes cambiaron.
Rosita caminaba en silencio, con una expresión serena que contrastaba con la ansiedad que la acompañaba al llegar. Observaba los árboles, los sonidos, el aroma de la tierra húmeda… como si todo estuviera más vivo, más presente. Regresaba con algo nuevo dentro suyo, su mundo era el mismo, solo agregó conexión con sí misma, algo que la hacía vibrar.
Marcelo iba unos pasos más atrás, sintiendo por primera vez en mucho tiempo que no debía tener todas las respuestas. Había pasado años corriendo detrás de metas, de exigencias. Esa noche, junto al río, sintió que solo se permitiría "ser". Sin justificar, sin correr.
El grupo no hablaba demasiado, el silencio era reconfortante y reflexivo.
En mí, algo se acomodó internamente. Escuche al rio, ahora me escucho también.
La noche se me fue muy rápido, no noté cansancio ni sueño, se avecina una nueva mañana, ya llegará el relax y el descanso físico, mi interior está completo. Rápidamente emprendí la partida, al volver al alojamiento, tomé mis cosas y continué mi recorrido.
El viaje de regreso a la cuidad fue muy revelador, llevo más que recuerdos, entendí que mi forma de ver al mundo ya no sería la misma.
Empecé a escribir en mi anotador, a registrar sensaciones, pensamientos, frases sueltas que antes se me escapaban, ideas para el futuro. Me sentí más presente, y de a poco, comenzamos a compartir la experiencia, cada uno vivió algo distinto pero la esencia era la misma, valorarnos, aceptarnos, vivir los que somos, dejar atrás la culpa, el resentimiento, los malestares, los miedos.
Volví cargado de experiencias, motivado para los próximos días, mis viajes me traen calma. Me llevo sonrisas de las personas que conocí, ojos que brillaban esa noche junto al rio.
Agradezco a la naturaleza que me renueva, me recuerda quien soy y cómo soy.
El rio, la montaña, el mar son mi inspiración, distintos aromas, aire fresco, sol cálido, frio muchas veces.
Me tomo un momento para respirar profundamente, el verdadero viaje está en mi interior, mi vida es un largo viaje.
Sigo andando, comienzo a pensar en mi casa, mi gato Tom que siempre me espera junto a la ventana. ¡Ya quiero tener a mi amigo peludo junto a mí! Se acercan momentos agradables en mi hogar, de descanso en mi sillón, hojeando las libretas donde registro momentos inolvidables.
¿Cuál será mi próximo destino? Se aproxima el invierno. ¿Será con nieve? Faltan un par de meses para eso, ya empiezo, de a poco, a buscar otros horizontes.
¿Me vas a acompañar?
Si tenés sueños por alcanzar o las dificultades está siempre cerca, podés buscar acompañamiento de un coach ontológico que te guie con preguntas y reflexiones, con sesiones presenciales o virtuales. ¿Te animás a probar?
@alis.maci
Alicia Macías.
Senior Coach Ontológico Profesional. Aacop nro. 7231
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