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Codiciosa y sin corazón: Belle, la viuda negra que ejecutó con frialdad a 50 hombres

Lo despertó un suave olor a nogal y enseguida pensó que Belle Gunness estaba preparando el desayuno. Ese aroma a nogal ser mezcló con el de cedro de la propia casa y la fragancia ya era un poco picante. Esa mañana temprano del 28 de abril de 1908, Joe Maxson se iba despertando lentamente con ese vaho que cambió de agradable a muy picante. ¡No! ¡¿Qué estaba pasando?! ¡Lo que sentía era olor a quemado!…. El tipo pegó un salto, se calzó las zapatillas que había dejado al lado de la cama y fue rápido a ver por la ventana. Lo que vio fue espantoso: una nube negra que subía desde la ventana de abajo y ya casi alcanzaba la suya.

En un santiamén, el humo, entre gris y negro, ya no le dejaba ver el campo. El olor a quemado era ya insoportable. La ventana de abajo era la de la cocina, desde la cual el humo salía junto con sonidos crepitantes y chasquidos diabólicos, acompasados. Hacía mucho calor. Maxson quiso abrir la puerta de su cuarto y tiraba y tiraba del pomo pero no pudo. El calor había ampollado la madera. Tiró y tiró desesperadamente hasta que al final se abrió de golpe y la inercia lo hizo caer hacia atrás. Escuchó al mismo tiempo el rugir de las llamas que iban en su búsqueda.

Belle Gunness y sus tres hijas.Belle Gunness y sus tres hijas.

Gritó: "¡Señora Gunness, despiertee…. Señora Gunness. La casa se está quemandooo! ¡Mirto! ¡Lucy! ¡Phillip!… ¡Fuego! ¡Fuego!". No escuchó ninguna voz humana, ni un llorisqueo, sólo el sonido del fuego devorándolo todo. "¡Señora Gunness!", intentó de nuevo. "¡Niños!". Nada. Entonces pensó que no podía escapar del final trágico pues se acordó de la lata de querosene que había comprado el día anterior y que colocó en la cocina. ¡Explotaría en cualquier momento!

Todo era irremediablemente inútil

Maxson corrió atravesando el humo, bajó las escaleras, que aún se mantenían firmes, pasó por la cocina y le pegó un fuerte golpe con el hombro a la puerta que daba al patio trasero. Corrió alrededor de la casa y fue entonces cuando se dio cuenta que el sol era muy luminoso esa mañana. Gritaba y agitaba los brazos. Fue ventana por ventana y en ninguna vio el menor movimiento. La casa comenzaba a ser invadida por el humo. Creía que en algún lugar estaba la familia Gunness desmayada, sin sentido. Era una carnicería y él no podía hacer nada. Lloró.

Se preguntó si Belle, de 48 años, y sus tres hijos, Lucy, Myrtle y Philip, de cinco a once años, ya estarían muertos, consumidos por las llamas. Maxson vio a dos vecinos llegando en sus bicicletas, el joven Mike Clifford y su cuñado William Humphrey, que habían visto las llamas con la luz del amanecer. Si la familia estaba desmayada intentarían despertarlos tirando ladrillos contra las ventanas que aún conservaban sus vidrios. Maxson y Cifflord fueron hasta la puerta principal y con sus hombros golpearon para abrirla. Desde adentro les respondió el crujido de las llamas.

Peter Gunness, el marido de Belle.Peter Gunness, el marido de Belle.

Humphrey, revisando el exterior de la casa, encontró una escalera y la colocó sobre el frente, en un lugar donde el fuego aún no había llegado, y subió revisando ventana por ventana sin ver a nadie. En esos momentos, llegaron las familias vecinas, los Hutson, los Laphams, los Nicholsons, también, desde la vecina ciudad de La Porte (al norte del estado de Indiana) el sheriff Albert Smutzer junto con un carro de bomberos voluntarios. La casa, a los pocos minutos de su arribo, se convirtió en una bola de fuego. Los vecinos seguían gritando los nombres de los integrantes de la familia. Todo era irremediablemente inútil

Belle, una mujer difícil de olvidar y un cuerpo sin cabeza

La dueña de la casa, Belle Gunness, era una mujer impresionante, de cabellos rubios, ojos azules y párpados largos, los dientes blanquísimos, una sonrisa que desnudaba su origen escandinavo y una figura inolvidable de casi 120 kilos de peso. Se daba maña para apretar el corsé hasta acentuar su busto en 120 centímetros y su cintura en 93. Vivía en una época y en un lugar donde la expansión de las curvas femeninas eran signo de glamour y de atractivo sexual.

Los vecinos de La Porte la conocían bien pues su acento noruego y su figura era difícil de olvidar y porque, además, frecuentaba las tiendas, el banco, las sombrererías y tenía una activa vida social. Para todos era agradable y muy gentil. Todos se lamentaron del destino de Belle, que los periódicos locales, el Herald y Argus, se encargaron de reportar. Los periodistas contaron cómo en medio de la casa en ruinas, los escombros, se hallaron los cadáveres carbonizados de la señora Gunness y de sus tres hijos. ¿Y Belle? El cuerpo que se creía era el suyo no tenía cabeza. Lo primero que pensó el sheriff fue en el homicidio.

Su pensamiento era el de sus ayudantes y pronto era el rumor que corrió por La Porte donde todo el mundo sabía que la amable señora Gunness había recibido amenazas recientes de Ray Lamphere, un labrador al que Belle había despedido. Ray estaba en la granja de John Wheatbrook cuando los ayudantes del sheriff lo encontraron. No tenía coartada acerca de donde había estado las horas del amanecer cuando comenzó el fuego en lo de la noruega. Lo detuvieron enseguida a pesar de que gritaba y lloraba que no había tenido nada que ver con el incendio. Pocos dudaban de que sería ejecutado. Era como una maldición, no para Lamphere sino para Gunness aún después de muerta (si es que el cuerpo sin cabeza era el de ella) porque en vida había tenido la desgracia de que la mayoría de los hombres que tuvieron relación con ella, desde pretendientes, maridos hasta empleados, desaparecieron o terminaron muertos.

Ray Lamphere, &nico condenado por el incendio fatal en la casa de Belle Gunness.Ray Lamphere, único condenado por el incendio fatal en la casa de Belle Gunness.

Belle se llamaba originalmente Bella Poulsdatter y había nacido en 1859 en Trondhjeim, Noruega. Su hermana mayor, Anna, fue la primera en llegar a los Estados Unidos y allí se casó con John Larson. Tenía un buen pasar y decidió que América también sería un buen destino para su hermana. Bella llegó en 1883 a los 24 años. Se adaptó rápidamente a su nueva vida ayudada por su hermana y por la comunidad noruega en Chicago. Así conoció a Mads Sorenson, un sereno de un gran almacén. No pudieron tener hijos propios y decidieron adoptar.

La afable señora Belle y los problemas

Bella, para entonces, convirtió su nombre en Belle. Pensaron en aquellos niños que sus padres no podían mantener y durante dieciséis años Belle y su marido criaron a tres nenas, Jennie, Myrtle y Lucy. Fue cuando completaron la tercera adopción que la familia empezó a tener problemas con los incendios. Su casa se incendió, se mudaron y otra vez el fuego consumió la vivienda, y lo mismo ocurrió en su tercera casa. Con las propiedades se había quemado además su tienda. Recién cuando cobraron el dinero del seguro la familia comenzó a tener un mejor pasar. La tragedia los alcanzó en 1900 cuando Mads murió de causa desconocida. Tuvo dolores en el pecho y los médicos pensaron que se trató de un ataque cardíaco. Un par de pólizas de seguro de vida le dejaron a la viuda 8000 dólares, una gran cantidad entonces. Con el dinero y sus tres hijos, Belle se mudó a La Porte, en Indiana, donde también había una comunidad nórdica de la que su difunto marido le había hablado y donde Mads pensaba ir en su vejez.

En La Porte, Belle compró una casa que no estaba en buenas condiciones. Fue una alegría para los vecinos porque antiguamente esa casona había sido un prostíbulo de mala fama y nadie la quería comprar, hasta que apareció la afable señora Belle. La casa era de ladrillo rojo, de dos plantas y de un lado lindaba con un pantano y un bosque y del otro podía desarrollarse un huerto. Tenía, en la subida al pantano, un corral para cerdos al que, llamativamente, Belle hizo construir cercas de casi dos metros de alto, con alambre de púa.

Por su parte, la casa tenía seis dormitorios, un comedor muy grande, una cocina larga y una bodega. Poco después de poner la casa en condiciones, Belle tuvo nuevo marido, un hombre alto, con barba, rubio, llamado Peter Gunness, granjero, viudo. Tenía un bebé pero la alegría de un nuevo hijo en la casa de Belle duró muy poco. Luego de que Peter se mudara con Belle la criatura enfermó de golpe y murió. El duelo lo hicieron trabajando duro y de a poco el campo de maíz fue progresando.

Belle Gunness, la mujer que mat& a al menos medio centenar de hombres.Belle Gunness, la mujer que mató a al menos medio centenar de hombres.

Todos trabajaban, hasta las tres hijas, alimentando a los cerdos, limpiando en la casa. Los Gunness no faltaban a la ciudad, donde vendían su ganado e intercambiaban estiércol por herramientas. Un día cerca de terminar 1900, Jennie escuchó un ruido en el sótano y fue a ver de qué se trataba. Encontró a su padrastro Peter retorciéndose de dolor en el suelo. Pero Jennie fue la segunda en llegar. A los pies de Peter, estaba ya su madre, Belle, llorando y gritando que la gran trituradora de carne que estaba sobre un estante le había caído sobre la cabeza al pobre hombre. Peter murió horas después. Belle no se rindió ante la adversidad y trabajó más duro aún. Contrató más hombres para las tareas del campo. Uno de ellos parecía ser un buen pretendiente. Se llamaba Peter Carlson. Pero de buenas a primeras el hombre desapareció, es decir nadie, ni siquiera sus amigos o familiares, lo volvieron a ver.

En la primavera de 1907, Belle conoció a Ray Lamphere, un carpintero de 30 años. Lo contrató aunque de labores agrícolas no supiera nada, pero en la casa siempre había cosas que arreglar. Le pagaba para que mantuviera su hábito de beber, no mucho más, y le dio una cama en la habitación de huéspedes del segundo piso. Al tiempo, en la ciudad se los vio paseando del brazo, él muy flaco y ella muy obesa.

En las cantinas donde bebía ginebra, Lamphere contaba que Belle lo había seducido y se jactaba de que la imponente mujer al fin había encontrado a un hombre. Mostraba un reloj que le había regalado, un chaleco, botas de cuero y hasta un sombrero de castor. Sin embargo, el pretendido pretendiente se equivocaba pues Belle no buscaba mantener hombres sino al revés y así fue como para la Navidad de 1907 ella ya tenía un postulante que incluso le había comprado un anillo de bodas.

Pero tan rápido como ese hombre entró en escena, desapareció, dejándole los anillos. Los romances de corta duración no sorprendían a nadie tratándose de la señora Gunness. Era atractiva , próspera y buena mujer. Varios otros hombres de mediana edad aparecieron y desaparecieron en breves visitas a la granja de Gunness a lo largo de 1907. Se creía que lo mismo ocurriría con otro hombre que le declaró su amor y que llamaban "el gran sueco".

El El "sueco" Andrew Helgelein.

Su nombre era Andrew Helgelein. Venía de Dakota del Sur. Retiró todos sus ahorros del banco, casi 3000 dólares, para invertirlos en su matrimonio y en los proyectos que la pareja tenía por delante. Fue entonces cuando Belle le dijo a Lamphere que tenía que irse del cuarto de huéspedes. Pero Belle no tenía fortuna con los hombres. A la semana, "el gran sueco" desapareció. Belle, llorando, le decía a sus conocidos: "¿Cuándo voy a aprender? ¿Qué hago mal para que estos hombres se aprovechen tanto de mí?". Lamphere, a un llamado de la señora, se negó a volver porque pensaba que en breve sería nuevamente desalojado aunque tal suposición no impidió que visitara la casa de vez en cuando e incluso se lo viera merodear por los alrededores. Extraño personaje este Lamphere, tanto como la señora Belle. Lo que nunca dijo el carpintero es que estaba profundamente enamorado de la noruega.

La última aparición pública de Belle fue el 27 de abril de 1908, cuando concurrió al despacho de un conocido letrado de la ciudad, el señor Laliere. Antes de hablar de las cuestiones legales, Belle le comentó a Laliere que tenía temor de que Lamphere pudiera hacerle algo. En verdad Lamphere quería vivir con ella pero de ninguna manera Belle desdeñaría una buena oferta matrimonial para quedarse con el carpintero. La razón legal de su visita al abogado era que quería hacer su testamento. Quería donarle sus bienes a sus hijos y al Hogar de Huérfanos de Noruega. No existía ningún Hogar llamado así y el letrado le propuso averiguar si existía y cuál era su nombre oficial. Pero Belle insistió en firmar los papeles en ese mismo momento. Dubitativo ante la insistencia de la señora, Laliere firmó con ella el testamento. Esa noche se quemó la casa de Belle Gunness.

Un cuerpo que no coincidía con el de su dueña

En la cárcel de La Porte, languidecía Lamphere a la espera de su juicio. Lo acusaban de matar a Belle y a sus tres hijas. Pero los amigos que lo visitaban le decían que la ciudad estaba a su favor y esta circunstancia se debía a que muchos no creían que la mujer sin cabeza sea Belle Gunness. El miraba impávido, aunque luego sonreía. La razón de ser de la creencia popular era que el cuerpo hallado era más pequeño que el de Belle, aunque había quienes (unos pocos pocos) decían que el fuego hace lo suyo sobre un cuerpo.

La investigaci&n en la propiedad de Belle Gunness.La investigación en la propiedad de Belle Gunness.

Luego de apagado el incendio surgieron preguntas que antes se soslayaban y ahora eran la comidilla de los vecinos. ¿Por qué tantos pretendientes habían ido y venido para desvanecerse en el aire, a menudo dejando atrás sus pertenencias personales, y su dinero? ¿Dónde estaba Jennie, la hija mayor? Belle había dicho que se había ido a estudiar a la universidad en San Francisco pero esa institución no tenía registro de ella. ¿De dónde sacaba tanto dinero la nórdica Belle? Su economía no era mala pero mucho mejor eran los lujos que se permitía. De golpe las sospechas se robustecieron ante los hallazgos en los propios cimientos de la casa quemada. Aparecieron pistas escalofriantes y escandalosas. Relojes de hombre, botones de abrigo masculino, billeteras vacías… Luego, un torso recientemente enterrado, y un brazo ya esquelético, también recientemente enterrado, más un esqueleto completo. El sheriff, entonces, contrató a los vecinos Maxson y Daniel Hutson para que se encargaran exclusivamente de las búsquedas, en particular la cabeza de Belle Gunness. Las cosas iban de esta manera hasta que en mayo un hombre pequeño se presentó en lo del sheriff y le dijo que se llamaba Asle Helgelein, el hermano de "el gran sueco" de Dakota del Sur, Andrew, uno de los tantos pretendientes de Belle que estaba desaparecido.

Asle contó que había oído hablar por primera vez de Belle en la columna de novias por correo del periódico The Skandinaven, donde las mujeres inmigrantes solicitaban un marido. Incluso Asle tenía decenas de cartas que durante seis meses Belle le había escrito a su hermano Andrew casi rogándole que fuera su esposo. Teniendo en cuenta estos antecedentes Asle le dijo al sheriff que no tenía sentido que de buenas a primeras su hermano desapareciera. Le mostró una carta de Belle donde le decía: "… No envíes dinero en efectivo a través del banco. Hoy en día no se puede confiar en los bancos. Cambiá todo el dinero en billetes, la denominación más grande que puedas obtener, y te los cosés muy bien y rápido en el interior de su ropa interior. Asegurate de que nadie, ni siquiera tu pariente más cercano, lo sepa. Que esto sólo sea un secreto entre nosotros y nadie más. Probablemente tendremos muchos otros secretos, ¿no crees?".

Ray Lamphere, &nico condenado por el incendio fatal en la casa de Belle Gunness.Ray Lamphere, único condenado por el incendio fatal en la casa de Belle Gunness.

Belle, y los hallazgos macabros

El sheriff, de todas maneras, no creía que Belle fuera una cazafortunas ni mucho menos una asesina, pero Asle estaba convencido que sí. El hermano de "el gran sueco" se ofreció a cavar para ayudar a Maxson y Hutson porque "tenía una corazonada". Le preguntó a Maxson si Belle había cavado un foso cerca de la casa. Sí, lo había hecho en enero, justo cuando su hermano Andrew estuvo allí.

El pozo de basura estaba detrás de la casa y cerca del corral de los cerdos. Maxson lo sabía porque Belle había tirado allí huesos de cerdo, latas, botas viejas, e incluso se lo hizo cubrir hacía poco. El propio Asle comenzó a cavar allí y enseguida se le unieron Maxson y Hutson. De repente, un olor nauseabundo salió de las excavaciones. Había algo que estaba cubierto por una bolsa. Siguieron. Apareció un brazo y luego los restos de un hombre. Asle miró lo que quedaba de la cara y no tuvo dudas. ¡Era su hermano Andrew Helgelein que estaba en pedazos! Lo habían descuartizado y colocado sus partes en bolsas de harina. El descubrimiento se hizo de noche. Avisaron al sheriff.

Antes de que amaneciera, desenterraron cuatro cuerpos más, dos de mujeres y dos de varones, seccionados de la misma forma que el de "el gran sueco". Uno de los cadáveres femeninos era el de Jennie, la hija adoptiva de Bell, que evidentemente no había ido a estudiar a California como había dicho su madre. La chica, se especulaba, había sido quitada del medio porque ya en su adolescencia comenzaba a hacer demasiadas preguntas, comenzando por saber por qué los pretendientes de su mamá siempre se desvanecían por la noche. Sospechaba de qué vivía su madre, que. o era del producto del campo precisamente.

Los habitantes de La Porte se dieron de frente con una pared, es decir se enteraron de golpe que la amable, sensible y emprendedora Belle Gunness no era más que una asesina del tipo Barba Azul, codiciosa y sin corazón. No hubo manera de evitar que la noticia de los asesinatos trascendiera y La Porte se convirtió en el centro de atracción de los periodistas de la mayoría de los diarios del país, que inundaron sus calles, sus bares y sus hoteles. La noticia se llevó todos los titulares por mucho tiempo: la mujer que se aprovechaba de los hombres que trabajaban para ella, de los pretendientes de otras ciudades o estados, y que a todos los ejecutaba con frialdad.

Las víctimas de Belle

Dónde estaba Oleg Budsberg, comenzaban a preguntarse ahora, que había sacado 1700 dólares de sus ahorros acompañado por Belle y nunca más se lo vio. Dónde estaba Olaf Lindbloe, recién llegado al país con sus ahorros. Y Henry Gurholt, que solía acompañar a Belle al mercado. George Barry, de Indiana, dejó su casa en julio de 1905 para "trabajar para una señora Gunness". Tenía 1.500 dólares en efectivo. Nunca más se le volvió a ver. Herman Konitzer, también de Indiana, tomó 5.000 dólares que era su fortuna y fue a La Porte para "casarse con una viuda adinerada". Desapareció. Abraham Phillips, de Virginia Occidental, un jubilado ferroviario, fue a cortejar a una viuda rica en Indiana, con 500 dólares en efectivo y un anillo de diamantes. Su familia nunca supo de él, pero un reloj de ferrocarril fue encontrado en los escombros de la casa Gunness. Emil Tell, de Kansas, con 5.000 dólares en su billetera, abordó un tren a La Porte para encontrarse con una viuda. Desapareció. La lista continuaba. Olaf Jensen, llegado de Noruega; Christian Hinckley, de Wisconsin; Charles Nieburg, de Filadelfia; Tons Lien, de Minnesota; John E. Bunter, de Pennsylvania, y muchos más.

Mientras los periódicos confeccionaban una lista de pretendientes ausentes, la cabeza de la Viuda Negra seguía sin aparecer, siempre y cuando el cuerpo encontrado se tratase del de ella. Miles de personas se alineaban en las carreteras al norte de La Porte para ver la excavación en busca de más cuerpos.

Los asesinatos se cometieron en una habitación del sótano a la que sólo se podía acceder a través de una puerta cuya llave tenía únicamente la señora Gunness. La cámara mortuoria estaba iluminada por velas. Belle desmembraba a sus víctimas sobre una mesa y, a veces, mojaba sus cuerpos en una gran bañera de madera que contenía una solución de cloruro de cal. A medida que se difundió la historia del horror de Bella, la habitación del sótano se hizo conocida como la "Cámara de los horrores" o "Salón de Barba Azul". La cuenta de los asesinatos llegaba a 48. También se hablaba de una cifra cercana de cien.

Ray Lamphere seguía preso. El fiscal de Indiana, Ralph Smith, influido por el Sheriff Albert Smutzer, creía que Lamphere había asesinado a los Gunness. Eran tantas las veces que se lo vio discutiendo con Belle o merodeando la casa que no podía ser más que el criminal. El fiscal Smith tenía un solo problema: mientras no se encontrase la cabeza de la mujer la defensa tendría las de ganar porque ese cuerpo podía ser de otra mujer y en se panorama no entraba Lamphere. Las evidencias encontradas indicaban mas bien que Belle cometió todos los asesinatos antes de huir.

No sólo el fiscal necesitaba que encontraran ese cráneo. El sheriff Smutzer parecía desesperado y presionaba a los excavadores. Solo aparecieron más relojes de varón, una guía de anatomía y cubiertos viejos. Sin embargo, el dentista de la señora Gunness, Ira Norton, ofreció voluntariamente información útil. "Si encuentran sus dientes postizos, puedo identificarlos", exclamó. "El otoño pasado le hice un juego de seis dientes de porcelana respaldados con oro. Si la señora Gunness está muerta en el fuego, esos dientes todavía están en las cenizas". La dentadura postiza fue encontrada por un buscador de oro el 12 de mayo. Y Norton aseguró que era la de Belle. Habría juicio por asesinato contra Lapmphere, después de todo. No obstante la ciudad seguía divida entre los que estaban a favor del acusado y aquellos que pensaban que Belle era una asesina, estaba viva y se había salido con la suya. Hasta había hombres que se alegraban de no haber viajado a Indiana a conocerla, luego de comunicarse por correo en respuesta a su aviso de matrimonio en The Skandinaven.

El juicio contra Lamphere y la dentadura postiza de Belle

El juicio contra Lamphere, con la elección del jurado, comenzó el 9 de noviembre de 1908. Su abogado defensor era uno de los mejores, Wirt Worden. Los periodistas lo llamaban "el juicio del siglo". ¿El lugar? El palacio de Justicia del Condado de La Porte. El acusado se había declarado inocente y la fiscalía de Smith debía probar que la mujer hallada muerta, sin cabeza, era Belle Gunness, caso contrario todo se derrumbaría para el fiscal. Las audiencias propiamente dichas comenzaron el 13 de noviembre, con una sala colmada. El fiscal aseguró que Belle había muerto en el fuego por un acto de venganza de Lamphere. La defensa enseguida puso en duda que la mujer sin cabeza fuese Belle. El defensor Worden hizo trastabillar al forense Charles Mack con un interrogatorio muy hábil hasta llegar al punto de que el médico no pudo afirmar que los huesos del cadáver fuesen de un ser humano.

La dentadura postiza de Belle Gunness, clave en la investigaci&estaba o fue plantada?La dentadura postiza de Belle Gunness, clave en la investigación: ¿estaba o fue plantada?

Además, en todo momento el Worden deslizó la posibilidad de que los chicos hubiesen sido asesinados por su madre, envenenados con estricnina y arsénico, y que ella luego se fugó. Worden hasta puso en tales aprietos a los forenses que uno de ellos dudó seriamente si la muerte había sido por asfixia a causa del humo o por la ingesta de un insecticida.

El fiscal Smith enseguida hizo comparecer al dentista de Gunness, quien aseguró que los dientes postizos hallados en la casa era de su cliente. Pero Worden lo interrogó hasta llegar a deslizar que las coronas de oro en los dientes eran cosa corriente y que, en fin, podían ser de cualquiera. De hecho en las entrañas de la casa, entre otros cadáveres, también hallaron dientes coronados de oro. El asunto giraba en torno a ese cuerpo. No estaba dicho que Belle matara solamente a pretendientes para quedarse con su dinero. Bien podía deshacerse de una mujer. Para demostrar esta posibilidad, el defensor llamó a declarar al vecino John Andeson, que vivía al lado de Belle, un hombre muy respetado en la comunidad. Lo que contó Andeson fue que dos días antes del incendio, vio a Belle, un sábado a la noche, conduciendo un carruaje. Que con ella iba una mujer de físico voluminoso aunque no tan grande como el de Belle. Anderson no la había visto nunca. Y a continuación el defensor llamó a otro vecino, Daniel Hutson. Su declaración dejó con la boca abierta a todos. Había visto a Belle el 9 de julio junto con un hombre que no era Lamphere volviendo a su casa desde la ciudad en su carruaje. Hutson declaró que se acercó a ellos pero al verlo, escaparon.

Worden sugirió que Belle estaba viva y que había tenido un cómplice para preparar su espectacular salida de escena, asesinando por supuesto a sus tres hijas. A su vez las dos hijas de Hutson, Evaline y Eldora, también declararon que, en ocasiones separadas, alrededor de julio, habían visto a Belle Gunness y al mismo hombre viajando en un carruaje por McClung Road. Evaline, declaró: "Ella estaba con un hombre. Llevaba dos velos. El negro estaba sobre su cara. Cuando me vio, me apartó la cara".

Dos niños que jugaban cerca del cementerio de Pine Lake también afirmaron haber visto a la mujer "el jueves después del Día de la Independencia". Mirando un calendario de bolsillo, Worden anunció que eso era el 9 de julio. Por su parte, el día del incendio, William Humphrey afirmó que, cuando subió por la escalera para revisar las ventanas que no había alcanzado el fuego, vio las camas vacías. Pero el sheriff Smutzer había dicho que había visto a los Gunness en un colchón. ¿Quién mentía? Smutzer perdió credibilidad.

Al momento del veredicto, había unas quinientas personas en la sala, que estaba preparada para albergar a la mitad. La conclusión del jurado fue que Lamphere había provocado el incendio pero no con la intención de matar a nadie. ¿Por qué iniciarìa el fuego? Nunca se respondió. El jurado también concluyó que la mujer sin cabeza era Belle Gunness.

Ray Lamphere fue sentenciado por el juez William Boklund a una pena de entre dos y veinte años de cárcel. A su compañero de celda, en la prisión de Michigan City, Harry Myers, le contó que el cuerpo quemado en el sótano no era el de Belle Gunness sino el de Mae O"Reilly. Se trataba de una empleada doméstica que Belle había traído de Chicago poco antes del incendio. Lamphere dijo que el día anterior al incendio, un sábado, llevó a Belle a una estación de ferrocarril a 19 kilómetros de La Porte y la subió a un tren que tenia rumbo al sur. Dijo que luego regresó a La Porte y al día siguiente, domingo 28 de abril, colocó en el sótano los cuerpos de tres niños y el de una mujer sin cabeza (no dijo quién se la había cortado), enterró la cabeza en el patio y prendió fuego a la casa.


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Conocida esta historia, la opinión de muchos vecinos de La Porte fue que acaso Lamphere fue "el único hombre que Bella amaba, porque nunca lo mató". El caso estaba cerrado y a nadie le preocupó ir a husmear en el terreno en busca de aquella famosa cabeza. Ray le reveló a su compañero de celda que una vez entró en la casa de Belle justo cuando un funcionario de policía se estaba guardando un fajo de billetes. Cuando el hombre se fue, Belle le dijo a sus empleados: "No solo tuve que comprarle un automóvil, sino que le di otros mil dólares".

La sospecha que quedó instalada fue que ese hombre era el sheriff Smutzer, que algunos creían que había ayudado a Belle a escapar. El defensor Worden contaba extraoficialmente que el sheriff había hecho plantar los dientes postizos. Si Smutzer estuvo implicado en la historia tal como la contó Lamphere, se explicaría por qué estaba tan dispuesto a aceptar los dientes como evidencia irrefutable de que la viuda Gunness había muerto en las llamas. Smutzer se mudó a Texas poco después, con suficiente dinero para comenzar a desarrollar una granja de pomelos y naranjas.

Lamphere enfermó y murió poco más de un año después, el 30 de diciembre de 1909.

También sospechosa de haber estado en la confabulación era una misteriosa mujer negra que practicaba vudú llamada Elizabeth Smith. Nadie sabía su edad, ni ella misma. Era amiga de Belle y vivía a quince minutos a pie de la granja de Gunness. Lamphere la vio en la cocina de la casa a las tres de la mañana del día del incendio. La misteriosa Smith le prometió una vez al defensor Worden: "Cuando sienta que voy a morir, te llamaré y te contaré todo", especialmente dónde está Belle. Unos días antes de su muerte, Smith envió a buscar a Worden, pero este estaba de vacaciones en Louisiana. Cuando regresó a La Porte, la mujer vudú se había llevado su secreto a la tumba.

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