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Son madre e hija y decidieron terminar el secundario juntas: educar con el ejemplo

Paola y Alejandra son alumnas del CENS Zona Oeste, ubicado en el departamento Chimbas. Ambas cursan el 3° año, la instancia final para obtener su tan ansiado título secundario. Son compañeras de aula y de estudio, pero, además, son madre e hija. Ellas, como tantas otras personas, decidieron apostar por la educación y convertir su experiencia en un ejemplo de superación y amor maternal. En el Día del Estudiante, Del Sur Diario   pudo entrevistarlas para conocer un poco más sobre su linda historia.

A sus 44 años y siendo mamá de tres hijos, Paola Nieva está muy cerca de cumplir un deseo que tuvo postergado por mucho tiempo: completar sus estudios. La muerte de su papá cuando ella era joven y las vueltas que da la vida la obligaron a interrumpir su trayectoria educativa cuando apenas empezaba su 1° año. "Terminar el secundario era una tarea pendiente. Muchas veces intenté hacerlo, pero me costaba tanto que lo abandonaba. Siempre había algo que no me dejaba", cuenta.

Primero fueron la falta de tiempo y las responsabilidades laborales. Después, cuando nacieron sus hijos, decidió dedicarse de lleno a su crianza y así fue quedando de lado ese sueño de estudiar. Sin embargo, en el 2020 cuando Alejandra, su hija mayor -quien tampoco pudo terminar la secundaria en la adolescencia- tomó la iniciativa de inscribirse en un CENS, Paola sintió que era el momento perfecto para hacerlo. "Fue una motivación para las dos. Yo quería que ella terminara la escuela y pensé: ‘qué mejor que incentivarla dándole el ejemplo‘. Así nos embarcamos en esta aventura, juntas".

Para Ale, fue una alegría enorme que su madre se animara y la acompañara en este camino. Y hace cuatro meses se sumó también Alaia, su beba, quien ya es una integrante más dentro del aula. "Así como mi mamá me demuestra que hay que ser constante, yo quiero que, en el futuro, mi hija tenga la misma enseñanza que ella me está dando a mí. Estoy muy orgullosa de todo lo que hace para tener su título, de cómo se enfrentó a los prejuicios y a sus miedos para cumplir su sueño", relata.

El esfuerzo que hacen día a día se nota en su desempeño académico. Son muy buenas alumnas, responsables y comprometidas. "A nuestra edad, tenemos otras obligaciones que atender y algunas que no pueden esperar, por eso cuesta un poco más sentarse a estudiar o a hacer las tareas. Pero no es imposible. Yo trato de hacerme tiempo, de prestar atención en las clases. Por suerte, mi familia me apoya mucho y también está Ale, que me ayuda cuando no entiendo algo", dice Paola. "Aunque a veces, incluso, es al revés. Me toca a mí pedirle que me explique", agrega su hija, entre risas. Pero más allá de todo, las dos coinciden en que compartir esta experiencia es algo hermoso.

Ahora, a poco de terminar el año, Paola y su hija se muestran orgullosas de todo el camino que han recorrido. "Siempre remarco la importancia de estudiar y de que nunca es tarde para hacerlo. Quizás, el mundo de hoy brinda más posibilidades para los jóvenes y eso es bueno, porque son el futuro. Pero nosotros, los adultos, también las tenemos: sólo hay que buscarlas. Y no bajar los brazos, porque la edad es solo un número".



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